Por ahí dicen que cae más rápido un hablador que un cojo...

De nuevo me encuentro aquí, escribiendo un post. Bien es conocido mi odio por los blogs. Y más aún, por los bloggers. Sin embargo, los caminos de la vida son misteriosos y truculentos. Uno jamás sabe qué rumbo tomará para llegar a donde tiene que llegar. Y ahora me encuentro en una situación tan paradójica como ridícula. La cosa es que el otro día, muy amablemente, algún funcionario de la revista Punto de partida (honorable publicación literaria de la UNAM, por si no sabían) me llamó para invitarme a participar en un nuevo concurso organizado por la Dirección de Literatura de la máxima casa de estudios. Al otro día, llegó a mi correo la convocatoria de dicho concurso. Tras leerla, no pude dejar de carcajearme en un buen tiempo, puesto que me invitaban a participar, sí, créanlo, en un "reality literario". Sí, cáguense de la risa. Una especie de mezcla de Big Brother y la Academia, pero para escritores.
La cosa es que, luego de no meditarlo mucho, decidí inscribirme a ver si me eligen para ser de los honorables concursantes que se expondrán a la burla pública durante dos meses. La cosa es así: si quedo dentro de los doce afortunados, tendré un blog para mí solito, que cualquiera podrá visitar, en donde iré publicando periódicamente los ejercicios que los jurados indicarán y, espero, parte de mi obra. Lo mejor (¿o será lo peor?) es que cada cierto tiempo se expulsará, según determinaciones, juicios y simpatías de los jurados, a dos o más escritores. Pero, no se alarmen, siempre puede intervenir el público para salvar de su ominoso sino al iluso literato.
Y yo me digo: ¿qué tanto estoy dispuesto a hacer por 50 mil pesos? La respuesta es fácil: casi cualquier cosa. Todo con tal de no tener que hallar trabajo, ja.
Y bueno, ya les estaré informando si fui eligido para este ínclito concurso. Y si eso sucede, pues estén listos para votar por mí y evitar que me expulsen, jajajajajajajjajajajaja.
No mamen, voy a tener un blog... jajajajajajajajajajaja