Pues sí, ya cumplí un mes aquí y aún no tengo ganas de devolverme al DF. Debo decir que la intención de este primer post hecho por su servidor desde su nuevo lugar de residencia incluía subir algunas fotos de la casa para que aquellos que no han venido, o sea, la mayoría, la conocieran. Pero la verdad me ha dado mucha güeva tomarlas, así que se las debo para la próxima vez que me anime a postear algo.
¿Qué decir de este primer mes? Pues que sí adoro vivir con una mujer que no sea familiar sanguíneo y tampoco ser interrumpido cada cinco minutos para atender minucias. Y como que tampoco extraño así que digan un chingo al DF, en el sentido de extrañar la ciudad, puesto que ya encontré un Cinépolis que me queda a quince minutos de la casa para ir al cine, y el Súper Q (una suerte de Oxxo Queretano) está a cinco minutos, caminando, de la puerta de mi casa, así que por abastecimiento de chelas tampoco me preocupo. En lo referente a la comida, he estado descubriendo mi vocación y cualidades culinarias, y hasta ahora todo lo que he preparado ha salido, si no sabroso, al menos comible.
Lo que sí extraño es irme a chupar con mis amiguitos, pero bueno, no todo se puede tener en la vida.
Y bueno, la ciudad de Quetérato si es más o menos considerablemente distinta al DF. Aquí uno llega a casi cualquier lugar en cuestión de quince o veinte minutos, a lo mucho media hora, aunque en realidad hasta ahora no he descubierto muchos sitios a los que quisiera ir. De lo que me falta por descubrir y que me interese, sólo está la arena de lucha libre, pero las funciones chidas son en martes y como que sí está caro: 150 el ring numerado. Ahora que me paguen la beca supongo que iré.
Una cosa que sí me ha dejado impresionado es el grado de "cafrismo" que existe en esta ciudad. Imaginen al chofer de pesero más troglodita con el que se han subido, quítenle los calcetines blancos con mocasines y la panza infinita, además de la mata a lo tripasolero, y tendrán al conductor promedio de Querétaro: la ciudad donde el doble sentido de las calles es opcional y se deja al albedrío del conductor.
Respecto al ganado de la ciudad: nada de qué asombrarse. Es más, creo que la mayoría de la gente en Quetérato, al menos la que usa regularmente el transporte público, es más bien fea. No sólo por ese aspecto zafio y rudo, sino también porque son como desaliñados, correosos, algo así. Y las viejas no están muy bonitas que digamos ni tampoco buenas en demasía; eso sí, parece ser que algo en el agua o el aire de la ciudad contribuye al ensanchamiento del cabuz femenino. He visto una gran cantidad y variedad de viejas nalgonas: desde el culito que invita a la sodomización hasta el cuerpo más pera y con forma de corazón que puedan imaginar. O sea, aquí el ánfora sería más o menos como una medida promedio.
Bien, dejaré hasta aquí este post. Ya en otra ocasión volveré a escribir para detallar los descubrimientos realizados en esta sede de mi güevonería. Y, como dijera Huico: a ver cuándo me visitan, cabrones... jejeje