Última Escala

Qué transa, esa bandera:

Antes que nada, agradecer a Chimal por su asistencia a la reunión del jueves pasado y, al mismo tiempo, expresar mi indulto a quienes no pudieron llegar a ella. Jojojojojo. Bueno, ya he vuelto de Oaxaca y sí, como sospechaba, me surtieron con la cantidad suficiente de libros como para darle uno a cada amigo, conocido, familiar y aprovechado u ocioso que encuentre a mi paso. La situación es clara: en los próximos días tendrá que realizarse una magna celebración que, tras pensarlo, meditarlo, sopesarlo, ponderarlo y analizarlo, tendrá lugar en el DF, sí, ahí, en casa de mi madre. ¿Cuándo? Depende del Cruz Azul... sí, sí, cáguense de risa, pero entre la lista de mis buenas acciones en la vida, está la de llevar a M a un partido de ese equipo en su estadio. La cosa es que la fiesta sería en sábado, ese sábado en que dicho equipo de futbol jugara como local, ya fuera para su partido de repechaje, ya para la primera eliminatoria si consigue su pase directo a la liguilla. Entonces, como a ustedes, o la mayoría al menos, también les gusta esa onda, pues no creo que tengan mayor problema en seguir el calendario de juegos y de esa manera deducir la fecha de nuestro encuentro.
No está de más aclarar que la asistencia a esa reunión cuenta con el carácter de obligatoria. Si no asisten, entonces se perderán de unas chelas gratis, algo de comer, unas buenas horas de charla absurda o no tanto, y, lo más importante, de un ejemplar de mi última publicación: Última escala.
Sin embargo, no soy tan cruel. En caso de que un accidente fatal, una abducción extraterrestre, un secuestro fantasmal o un acto vudú, les impida asistir, podrán recoger su ejemplar autografiado y con dedicatoria, única y particular, en la ciudad de Quetérato. Y me dará mucho gusto verlos por acá.
Casos especiales como el Almeja, Huico o Chucho están indultados. Ya me arreglaré con ellos.
Bueno, ya dije.