jueves, 15 de febrero de 2007

Y yo... ¿de qué clase soy?

Odio los días--como hoy-- en que me dan ganas de estar en cualquier sitio menos en el que estoy. Y, por supuesto, nada tiene que ver con ubicaciones geográficas. Es más, ni siquiera con los días, sino conmigo mismo. Podría decirse que más bien me odio cuando estoy en un sitio, y sólo quiero estar en cualquier otro. Esta tarde, en este momento, irónicamente, me encuentro en el lugar preciso y correcto en que debería estar: frente a la computadora. Sólo que, en lugar de estar escribiendo un cuento más para ese libro que peligrosamente se acerca a ser llamado concluso, estoy escribiendo unas líneas, seguramente insulsas, para un blog que ni siquiera es, de lleno, un blog, sino más bien un sitio de ocio y chismes y comunicados endogámicos de una banda que, aunque vieja y distante, no pierde cohesión... La cosa es que cuando sé que tengo que hacer algo, pero no encuentro la fuerza, el humor o la entereza para hacerlo, me da por evadirme de las maneras más infames, dilapidadoras y, aun, aburridas que se me ocurren... Ya me aventé un capítulo de la miniserie de esta semana de "Mujer, casos de la vida real" (imagínense la escena casi final: una señora, muy parecida a Lucila Mariscal, pero que no es ella, se acaba de escabechar a un adolescente, que hasta cuadritos tiene en el abdomen, con todo y esposas atadas, una a la muñeca del chico, otra a la cama, y entonces hace acto de aparición en el departamento la mamá del pobre inocente cuya otra inocencia acaba de ser mancillada) y, sí, es abyecto pero para el ánimo que me cargo hoy, muy divertido. También he ganado 2 millones de dólares en el pókar... sí, joder, en un juego de video incluido en esa cosa babélica que el Indy tuvo a bien instalar en mi computadora. Y, seña de que ahora sí estoy muy mal, he leído las actualizaciones del blog de un excompañerito mío de la Fundación, que, a diferencia de mí, sí le cayó bien a los directivos y le dieron otro año de baquetonería. Sí, sí... puta envidia.
La cosa es que, como en todo blog, ese blog tiene ligas a otros blogs (ojalá así de fácil fuera conocer viejas, jajaja) y me di a la ociosidad de recorrer esos otros blogs... Sí, todos pertenecen a escritores, poetas o intelectuales. Es cagado ver lo que la gente que dizque es culta, tiene imaginación y criterio, escribe. Sin duda, gana el ego. Todos hablan de sus vidas. Pero también es interesante, sólo a veces, descubrir cómo la vida personal se define en lo que escribe. Está mi amigo, el autor del blog en donde comenzó este periplo, cuya vida puede definirse, actualmente, con una palabra: tristeza. Creo que por eso me gusta leerlo: porque escribe puras cosas tristes en estos días. Se da cuenta de que ser escritor es ser un tipo triste. DE que estar becado es una cosa triste. De que ganarse un premio literario es más bien triste. Sí, es triste. Y se sabe triste porque uno se da cuenta de que lo que escribe, con todo y los premios, las becas, los reconocimientos y aun los lectores, no se parece ni tantito a Dostoievski. O a Rulfo. O a Sábato.
Otros, en cambio, se regocijan en su ceguera. Ni siquiera se dan cuenta de lo malos que son, y aun llegan a creer que son re buenos porque les publicaron en Proceso o Letras libres, o una traducción apareció en el Fondo o tal autor les dio un espaldarazo en su columna semanal...
Y están, estos me caen mejor, los que analizan el mundo. Te ponen noticias que ya salieron con Adela, o mejor aún, publicadas en la Jornada y dan su comentario al respecto, por no decir su refutación o la exégesis. Todos son chingones en el blog. Hasta los del otro tipo, esos que se pasan contando sus tristezas, y sus dudas, y sus odios, y mandan mensajes enconados e insidiosos a otros escritores que sí tienen beca, o libro publicado, o cuate en la Sogem, o vieja...
Yo, es sabido, odio los blogs. Odio más a los bloggers... Pero hoy, me parece, acabo de pasar a ser parte de ellos... O quizá ya lo era desde antes, desde la primera vez, cuando mi amigo Isaí me dijo que era lo obligatorio para un escritor era tener un blog, pensé en hacer uno. Y me dio mucha güeva. De verdad mucha.
Pero, como dije al principio, hay días en que sólo quiero estar en otro lado. Hoy terminé escribiendo para un blog. Aunque, como siempre pienso en estos momentos, ya sé en qué lugar sí me gustaría estar siempre: entre las piernas de mi mujer... o de cualquier mujer. Ah, ese sitio sí es bien bonito. Pero no. Estoy escribiendo para un blog, convirtiéndome en un blogger, a través de criticar a otros bloggers... Y entonces sólo me queda una duda: ¿En qué puta clase de blogger me convertiré si sigo haciendo esto cuando nomás no quiero hacer nada?

3 comentarios:

Marquitos dijo...

¡No te preocupes Azgartón! En realidad tú mismo encontraste la solución a tu angustia. Odias los blogs. Odias a los bloggers. Crees haberte convertido en uno. Y te angustia no saber qué clase de blogger serás. Pero... ¡Un momento! No tienes de qué preocuparte ¡Esto no es un blog! ¡Es un sitio de ocio y chismes y comunicados endogámicos de una banda! En el peor de los casos te convertirás en un sitiodeocioychismesycomunica-dosendogámicosdeunabandaer.Y claro, nosotros, tus compañeros sitiodeocioychismesycomunica-dosendogámicosdeunabandaers estamos contentos de que escribas aquí. Ahora que saber en qué clase de sitiodeocioychismesycomunica-dosendogámicosdeunabandaer te convertirás ya es otro boleto. =) =) =)

Praetor Kameha dijo...

Yo digo que eres un ser raro y loco. La lengua me esta sangrando de la mordidota que me di.

Anónimo dijo...

Loco si, para raro le falta tramo...

Define: Blog
Define: Blogger
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Que se le va a hacer...